Este fue un tema encargado para la musicalización del destructivo terremoto que en el año 1998 asoló prácticamente Armenia. Hoy no hay en Europa terremotos de semejante intensidad y así de desoladores, hay otros más humanos e igualmente de mortíferos como el que sucedió el viernes 13, pasado en París... Valga esto como merecido homenaje y respeto a los que queremos seguir vibrando con nuestra sonoridad y no con la imposición de otro que, en el mejor de los casos solo hace que dejarnos mudos sin sonoridades propias... Viva la libertad, la igualdad y la fraternidad sin duda unos grandes principios donde la barbarie no tiene cabida
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