El sonido de instrumentos no temperados siempre es una experiencia apasionante por la incertidumbre que crea a quien los toca y la expectación que despierta en los que los escucha, especialmente si entre estos últimos es la primera experiencia con este tipo de sonidos como así resulto en esta sesión sonora
en el spa "indra" en Zaragoza
Pero conforme va pasando el tiempo y el sonido lo invade todo, te vas encontrando en la simbiosis perfecta donde uno emite sonidos y otros reciben y, a la vez, unos entran en un estado de paz y armonía que tú también sientes... y esa experiencia sencillamente es algo único, mágico, especial, irrepetible sin duda pero que siempre aporta una experiencia de lo hermosa que es la vida cuando permitimos que su vibración nos inunde
Sonaban cuencos mientras el viento de un shakuhachi se colaba acariciando los ecos de un tambor chamánico que, al tiempo se iba cruzando con el sonido del océano en todo su esplendor y la luz, sonora sin duda, de un gong terminó sellado a fuego la experiencia que posiblemente muchos no olvidaremos por lo explosiva y hermosa que fue, y porque NUNCA queremos olvidar estos mágicos momentos
Así pasó el tiempo y cuando quisimos ser algo conscientes de que apenas hubieran pasado tal vez... 10 minutos miramos el reloj y la hora había sido cumplida... señal de que el tiempo, como el espacio en muchas ocasiones no es sino una mera ilusión de la mente que, en estas sesiones sencillamente es la que menos controla la situación.
¿La próxima? posiblemente en el retiro de sonido que daremos en el monasterio Benedictino del siglo XI de Obarra en pleno pirineo para celebrar el solsticio de verano, coincidiendo con el primer plenilunio del verano y cercana la noche de san Juan, momento igualmente mágico y espectacular, allí haremos una sesión también y con aquél enclave seguro que será algo extraordinariamente hermoso, sin duda....
os esperamos
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