Oceanándonos con el sonido...

Sentado, encaramado en lo alto de mi cuerpo, nada más, sin apenas ocupación física, la fuerza del equilibrio sobre mi cadera en un duro cojín… Respiro, inhalo y exhalo aire… sencillo… pero… al momento, algo percibo, compruebo oh dichoso de mí que se oye el mar… ¿cómo yo, viviendo tierra a dentro puedo percibir semejante maravilla? ¿Será paranóico? ¿Tal vez puedo incluso percibir el divagar de los fluidos d emi cuerpo erráticos por venas y tejidos… cielos, aquello… asusta o perturba la aparente calma y quietud que había obtenido… Cómo percibo el sonido de las olas en la playa cómo si fuera ahí donde estuviese sentado meditando…

Espero confuso… esperando una prodigiosa revelación divina… el ángel del señor tal vez se me esté apareciendo… tal vez soy fruto de una ilusión… igual es sugestión mía… ante eso qué hacer, mejor no hacer nada, quien sabe igual aquello se va… despacio…

Tras aquello lejos de irse se va acrecentando en sonoridad y en elegancia mientras mi cuerpo se relaja mi mente se altera, qué es esto madre mía… Un sudor frío recorre toda la columna por la espaldad como si fuera la brisa marina que me acompaña en esta peculiar y sin lugar a dudas locura sonora… tengo un mar en mí, un océano parece ser por la potencia del soplido… ¿soplido? Y ahí… es ese pequeño instante la magia del misticismo desapareció. Ya no fue el ángel del Señor , se desveló la revelación que nunca fue tal… sencillamente la propia inhalación y exhalación de mi respiración iba generando un sonido similar al que se oye cuando uno se sienta en silencio al amanecer en la playa… Nunca es igual, siempre se perdibe diferente… y tú nunca respiras de la misma forma, una inspiración y una espiracón no soniguales… NUNCA… pero no importa, el hecho es que suena similar a lo que oí y tal vez oiré siempre que quieras desde hoy y por siempre…

Tal vez ese sonido se asemeje al que se escucha en una ecografía de un no-nato y, precisamente por ello, cuando acudimos al mar buscamos reencontrarnos con nuestro “sonido materno”, aquél que durante nueve meses fuimos oyendo en compañía de nuestra querida madre y que, luego, sólo lo encontramos fuera de nosotros en el mar hasta que un buen día, descubres que el océano en sí mismo lo tienes dentro de ti… Eres el autor de tu sonido sagrado de tu perfección divina y todo… sencillamente con sólo respirar…

Así que, cuando un problema te desborde, siéntate, siéntete y respira… saca el mar que tienes dentro y disfruta de la magia de la vida…