Artículo cedido por Magda Galvez con una
sencillez impresionante sobre la vibración de un Maestro, algo que en esta sociedad se está devaluando mucho y menospreciando lo que otro tiempo fue motivo de orgullo y alta estima
(La pintura es de Francisco González de Cáceres)
El subastador pensó que perdía su tiempo mostrando ese viejo violín estropeado y arañado, pero aun así, lo mostró.
- ¿Cuánto ofrecen, buena gente? gritó.
- ¿Quién hará la primera oferta?
- ¡Un dólar, un dólar!
- entonces…
- ¡Dos! ¿Sólo dos?
- Dos dólares!
- ¿Hay alguien que dé tres?
- ¡Tres dólares!… a la una!
¡Tres dólares…a las dos!
- Que se va por tres…pero, -¡No!
Un hombre canoso se puso de pie, llegó adelante y tomó en sus manos el arco.
Limpiando el polvo del viejo violín armonizó sus cuerdas y tocó una melodía muy tierna. Al cesar la música el subastador dijo, en voz muy baja y más bien para sí: ¿Cuánto daría yo por tener este viejo violín?
Y tomándolo con más cariño lo volvió a levantar:
- ¡Cien dólares!
- ¿Y quién da doscientos?
- ¡Doscientos!
- ¿Y quién da trescientos?
- ¡Trescientos!
- ¡Trescientos, a la una!
- ¡Trescientos a las dos!
- ¡Y se va y se fue! exclamó
Algunos lloraban y los demás aplaudían…
- No podemos comprender, se decían.
- ¿Qué cambió su valor?
Alguien dijo por allí que fue “El toque de la mano de un maestro”
El secreto del Maestro es mirar más allá de las apariencias y conectarse con la verdadera alma de las cosas.
El trabajo de un Coach es reducir la distancia entre lo que hacemos y lo que somos capaces de hacer. Que encontremos, reconozcamos y podamos ofrecer al mundo, nuestra mejor melodía.
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